En medio de la saturación de la odiosa propaganda política, pasan —desapercibidas— algunas cosas interesantes. Esta semana estuvo en Guatemala Maude Barlow, reconocida experta internacional en agua, exasesora principal de la Asamblea General de las Naciones Unidas en el derecho humano al agua, y líder de un fuerte movimiento canadiense. La señora Barlow preside el Consejo de Canadienses y llegó a Guatemala con Derechos en Acción, otra organización canadiense, para ver lo que las compañías mineras de su país hacen en países como el nuestro.
MAGALÍ REY ROSA
“Las compañías como Goldcorp están ensuciando la reputación internacional de Canadá. El gobierno federal ha promovido y apoyado la expansión de la minería canadiense sin ninguna consideración hacia los derechos humanos y los impactos ambientales. ¡Ya basta!”, declara la señora Barlow, tras su visita a la mina Marlin.
Las dos organizaciones mencionadas exigirán a su gobierno que se obligue a Goldcorp ha cerrar la mina Marlin y a indemnizar a los afectados; que se forme una comisión de expertos, independiente y pública, para que realice una investigación sobre los daños al ambiente y la salud que se han reportado públicamente; para que se haga un plan de indemnización, reparación, compensación y limpieza ambiental, cuya implementación deberá pagar el gobierno canadiense. Pedirán también que el gobierno federal de Canadá asegure que las operaciones de las mineras canadienses respeten el derecho al consentimiento libre, previo e informado, como lo reconoce la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas, signada por Canadá; que se le dé mayor valor al derecho al agua y al principio de precaución que a las ganancias de las compañías mineras en Canadá y el extranjero; y que la directiva del Plan de Inversión de Pensiones de Canadá—que tiene US$256 millones en acciones en Goldcorp— pida el cierre de la mina.
“La impunidad en Guatemala es un fenómeno devastador, bien documentado, que data de generaciones atrás y se mantiene. Sin embargo, la impunidad con que opera Goldcorp no es un fenómeno guatemalteco, es un fenómeno profundamente canadiense”, dice Graham Russell, otro canadiense indignado por lo que hacen las mineras de su país y preocupado por quienes sufren por ello. “Lo que me conmovió más profundamente es el valor de quienes están dispuestos a perder hasta la vida, que siguen resistiendo, en contra de todo, por su derecho al agua”, dijo Maude Barlow antes de partir en busca de justicia.
Aquí no oímos nada, abrumados por campañas políticas llenas de promesas vacías. La mayoría permanece inmutable ante las denuncias de los daños y las violaciones que cometen las poderosas transnacionales, tal vez porque cree —ingenuamente— que no le afectará. ¿Quién, entre los candidatos a la Presidencia, se ha preocupado genuinamente y no por razones propagandísticas por la población afectada por la minería metálica en nuestro país?
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