03 DE JUNIO DE 2012
Oscar Conde, de la organización ambientalistas Madre Selva, es una de las personas preocupadas por la contaminación con metales pesados (cianuro, mercurio, arsénico y plomo, entre otros), los cuales están siendo vertidos en la quebrada el pedregal del río Ostúa que a su vez desemboca en el Lago Güija, que compartimos con la nación guatemalteca.
Conde señala que existe un grave peligro para la salud de los habitantes de Guatemala y El Salvador debido a que el lago es una de las principales fuentes hídricas y de agua potable para las principales ciudades de ambos países.
“Los salvadoreños no poseen minería metálica pero se verán afectados por la contaminación transfronteriza generada desde la Mina Cerro Blanco y nadie se pronuncia al respecto”, aseguró el ambientalista guatemalteco.
Afirmó que las empresa mineras, para funcionar, necesitan millones de galones de agua al día, misma cantidad que es liberada en las quebradas guatemaltecas, pero con altos contenidos de químicos y metales dañinos para la salud -provenientes del interior de la mina- los cuales por las corrientes de los mantos acuíferos vendrán a parar a territorio salvadoreño.
Oposición salvadoreña
David Pereira, del Centro de Investigaciones para la Inversión y el Comercio (Ceicom), es uno de los principales opositores de la minería metálica en El Salvador y confirma los efectos negativos que dicha práctica genera en los países.
“Las autoridades no se han dado cuenta de los efectos que la minería en Guatemala puede provocar en suelo salvadoreño. De nada sirve que no exista minería en El Salvador si la contaminación viene desde afuera”, lamentó
Pereira recordó a las autoridades y al pueblo salvadoreño sobre los pocos recursos hídricos con los que cuenta el país y la limitación territorial. Por lo que la minería metálica vendría a profundizar el desabastecimiento de agua.
Aseguró que la minería metálica en el país no sería posible debido este mismo tema de escasez de recursos hídricos en El Salvador y la poca extensión territorial.
Detalló que respaldan a las organizaciones ambientalistas guatemaltecas en su lucha contra la minería y esperan compartir su experiencia con más salvadoreños para que se prohíba de una vez por todas dichas práctica
"Buscan contaminar el recurso hídrico, llevarse el oro y plata de los países tercermundistas y dejarnos los desechos tóxicos", expresó.
Impacta la agricultura
Juan Ortiz Orellana, un agricultor guatemalteco, detalló que la empresa minera "Entre Mares" ha iniciado la compra de grandes extensiones de terrenos en las comunidades aledañas a la mina Cerro Blanco. Según él, dejando pocos espacios para sembrar granos básicos, principales dinamizadores de la economía de los habitantes.
“Hay gente ignorante que vende sus propiedades a un bajo costo, pero si alguien no desea comercializar su terreno le ofrecen cantidades superiores a su precio real, doble o incluso el triple”, explicó.
DIARIO LA PÁGINA visitó la zona y pudo cerciorarse de la gran cantidad de terrenos cercados en las tres aldeas que rodean la mina: Tapiche Vargas, El Tule y San Rafael.
Según los pobladores, la empresa minera sigue buscando opciones para continuar la ampliación de su proyecto.
Orellana destacó que muchos terrenos dedicados a la actividad agrícola eran rentados a los agricultores para sembrar meloneras, arroz, maíz, maicillo y otros granos básicos, los cuales brindaban seguridad alimenticia de los habitantes y el abastecimiento para los mercados locales.
El campesino detalló que con la reducción de la agricultura también se ve afectado el empleo en la zona y a muchos no les queda otra que ir a buscar trabajo en la mina. La supuesta única fuente de empleo fijo, con el que pueden sacar adelante a sus familias, pero a costa del daño al medio ambiente, señaló el campesino.
Abandono de la comunidad
María Elizabeth Carpio, una habitante de la aldea Tapiche Vargas, reveló que muchas familias incluso se están yendo del lugar debido a la falta de oportunidades de desarrollo en la zona. “Yo misma he pensado en irme”, afirmó.
Carpio expresó que las tierras son un pilar importante en el progreso de las comunidades, principalmente, las que viven de la agricultura, y que muchos se ven acorralados ante la incapacidad de acceder a tierras, alquilarlas y sembrar sus productos.
"Estos son los efectos primarios de los proyectos mineros, le sigue la contaminación de los mantos acuíferos y nos encontramos preocupados ante el desconocimiento del verdadero daño que causará la mina en la población y en las comunidades", lamentó Carpio.
Mencionó que hay familias divididas por el tema de la minería, las pocas personas de las aldeas que trabajan en la mina obviamente están a favor de esta práctica y el resto de población se muestra en contra. "Existen diferencias entre parientes", sostuvo.
Los ambientalistas salvadoreños se encuentran preocupados por la experiencia que viven los guatemaltecos y afirman que seguirán trabajando en las comunidades de ambas naciones para concientizarlas sobre los riesgos de la minería metálica.
Al mismo tiempo esperan lograr el apoyo necesario para que se apruebe una ley que prohíba la extracción de metales en territorio salvadoreño.
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