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Se acabó el año. Rapidísimo. El 2010 fue importante, pasó de todo, en todo el mundo. Terremotos, inundaciones, erupciones, sequías, incendios, derrames petroleros, rescate inédito de mineros, nevadas, calores, guerras, la COP 16; en fin, a nivel mundial pasó de todo; cerró con broche de oro Julian Assange, regalándoles a todos los países del mundo un balde de agua fría.
Genial su aporte, pero ¿aprendimos algo? Los chapines no nos quedamos atrás. Desastres naturales, escándalos políticos, deterioro ambiental; tampoco nos quedamos atrás en la violación a los derechos humanos, desnutrición y mortandad infantil; nos sitúan en los primeros lugares; en corrupción también tenemos lo nuestro y no digamos en el tema del narco. Estamos al orden del día si queremos competir con cualquier país.
Me preocupan el ambiente político y el tema ambiental, sobre todo. La destrucción de los ecosistemas es innegable. Eso nadie lo debate; lo que muchos ponen en tela de juicio es si son indispensables. Yo creo que lo son para nosotros, si queremos vivir como hasta ahora.
En un planeta verde y azul, con aire limpio y cielos claros, con algún lago o río donde ir a nadar. Simplemente gozar de la naturaleza y recibir todas sus bondades. Olores agradables, sonidos de pájaros cantando en las mañanas. Este es el mundo que yo amo, que me gusta y que quisiera tuvieran mis nietos.
Este año se descubrieron en Petén maravillas arqueológicas; sin embargo, no hay arqueólogos trabajando en todos los sitios, muchos habrá que no se han ni descubierto. Pero Petén se está destruyendo: se entregan importantes selvas a la industria petrolera, se deja que avancen la ganadería y las plantaciones; eso junto con la imparable deforestación va matando la posibilidad de que sea un lugar y destino turístico y que las comunidades se beneficien.
En la Costa Sur hay un panorama parecido: un volcán sumergido del que nada sabíamos, por ejemplo, y el reciente auge del avistamiento de ballenas. Pero acá también quieren entregar TODO el litoral pacífico, todas las arenas de la costa Pacífica guatemalteca, para que le quiten los metales y nos devuelvan el polvito de arena, sin peso, lodoso y muy volátil. Qué horror. ¿Cómo podemos estarlo siquiera pensando? Este es un país chiquito, no es Canadá ni México. No podemos hacer todo en un pedacito de territorio.
Guatemala está mal, pero sigue teniendo mucho potencial. No podemos seguir esperando que las “autoridades” hagan algo. El futuro político de Guatemala es tan gris, nefasto y estéril, que seguir soñando que va a cambiar nos quita la posibilidad de hacer el cambio nosotros, y nos condena a vivir formando parte de una sociedad vacía y debilitada por la corrupción, la pobreza y la violencia. Esa no es la Guatemala que queremos.
La información la tenemos, los conocimientos, la capacidad, de reproducir, de transformar y de adaptarnos. Definitivamente somos resistentes. Es bueno, porque vamos a tener que aprender a sobrevivir y vivir de distinta manera, si el planeta resiste nuestra embestida. En 2011 los humanos vamos a tener que hacer cambios; los guatemaltecos igual, como individuos, porque los gobiernos de ningún país han demostrado ser representativos de la voluntad de sus pueblos. Que Dios nos ayude. ¡FELIZ AÑO!
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