Seguramente
Magalí Rey Rosa
Sería fantástico que el gobierno del señor Pérez tomara en serio el tema ambiental. Él enfocó su discurso de campaña alrededor del tema de la seguridad y, seguramente, tiene muy en cuenta que allí se incluye la seguridad de tener agua y alimento -derecho de todo ser humano-. Seguramente sabe que Guatemala es uno de los 10 países más vulnerables del mundo ante los efectos del cambio climático -que ya está afectando a la población guatemalteca-, y reconoce la responsabilidad de las autoridades nacionales y municipales en coordinar las acciones para conducir a nuestro país hacia un futuro donde prevalezca el bien común, como lo manda la Constitución. Esa es su mayor responsabilidad.
Muchas de las personas a quienes ha llamado a participar en su gobierno son gente honorable que acepta el reto y corre el riesgo, porque Guatemala está al borde del precipicio. Entre la corrupción y la violencia, la ignorancia y la indiferencia, es necesario —más que nunca— que se involucre gente decente, intachable, valiente y capaz. Pero hay nombramientos que nos encienden el sospechómetro, no sin justificación.
Me refiero concretamente al nombramiento de Roxana Sobenes para ocupar el puesto de ministra de Ambiente. La señora Sobenes es miembro de la junta directiva de Fundaselva —antes la Audubon, de doña Nini de Berger— junto con Rodolfo Sosa, ex gerente de Basic, organización que hacía trabajo “social” para lavarle la cara a la petrolera antecesora de Perenco. Fue viceministra de Ambiente durante la administración del señor Berger, junto a Juan Mario Dary, y fue la que concibió la brillante idea de dividir la Evaluación de Impacto Ambiental de la Compañía Guatemalteca de Níquel —idea tan perversa para los intereses de Guatemala como perfecta para la minera—. Este hecho no sería tan grave si ella no hubiera sido una funcionaria pública con la obligación de velar por nuestro patrimonio natural.
Su otra hazaña reconocida fue como consultora independiente, cuando formó parte del equipo que elaboró la Evaluación de Impacto Ambiental de Tikal Minerals, una de las compañías que pretendían minar metales en las playas de Pacífico. ¿Por qué llama Otto Pérez a Sobenes al Ministerio de Ambiente? Puede ser que no sepa de los vínculos de la señora con mineras y petroleras; puede ser que nadie más se atrevió a aceptar un puesto tan conflictivo; o puede ser un pago por la deuda contraída con los financistas de campaña. Lo que sí—seguramente— no podemos pensar es que fue nombrada por méritos en la defensa ambiental. Yo hubiera querido darle el beneficio de la duda a quien llegara a ocupar el más alto cargo oficial en materia de defensa ambiental, pero no puedo. Lo que sí puedo es equivocarme, como me ha pasado antes. ¡Ojalá!
Nos mantendremos atentos, para pedir disculpas o destituciones, asegún... Y espero vehementemente que nuestro futuro presidente tenga la perspicacia para entender que el cuidado de nuestra casa es inherente a nuestra seguridad.
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