La nueva oleada de acuerdos sobre tierras no es la inversión en
agricultura que millones de personas esperaban. Las personas
más pobres son quienes más sufren cuando se intensifica la
competencia por la tierra. Las investigaciones de Oxfam
demuestran que la población local suele salir perdiendo frente a
las élites locales y a los inversores nacionales o extranjeros, ya
que carece de poder para hacer valer sus derechos y defender sus
intereses eficazmente. Las empresas y los gobiernos deben
adoptar urgentemente medidas para que se respete el derecho a
la tierra de las personas que viven en la pobreza. Además, si se
espera que las inversiones contribuyan a mejorar la seguridad
alimentaria y los medios de subsistencia de las personas en lugar
de minarlos, las relaciones de poder entre los inversores y las
comunidades locales tienen que cambiar.
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